El próximo 6 de diciembre, Viejo Carrosel vuelve a encender sus luces de neón para regalarnos una noche donde el tiempo se dobla, la memoria vibra y el corazón late al ritmo de los clásicos de siempre. Será la fiesta retro del año, el cierre perfecto para abrazar todo lo que nos pasó, despedir lo que pesa y celebrar lo que nos sostiene: el encuentro.

Porque Viejo Carrosel no es solo un restobar: es un refugio emocional, un lugar elegido —y casi sagrado— donde venimos a purificar la vida con alegría, a limpiarnos el alma sacudiendo el cuerpo, a recuperar esa parte nuestra que solo aparece cuando suenan esos temas que son patrimonio afectivo de toda una generación.

Y este año, la celebración tiene un pulso especial: acompañamos la alegría y la emoción de nuestro pueblo, que cumple 100 años de historia, memoria y futuro. Una centuria que late en cada abrazo, en cada canción que todos conocemos, en cada encuentro que se vuelve rito. Por eso, esta fiesta retro no es solo un cierre de año: es parte de un festejo colectivo, un homenaje vibrante a la comunidad que nos sostiene y que hace de Carrosel uno de sus lugares imprescindibles.

Será una noche para bailar hasta que se haga liviano lo que parecía pesado, para reír sin explicaciones y para brindar por todo lo vivido y todo lo que viene.

El 6 de diciembre, Viejo Carrosel abre sus puertas para celebrar un fin de ciclo y también un siglo de pueblo, identidad y alegría compartida.

Nos vemos en la pista. Donde todo empezó. Donde siempre volvemos. Donde el alma se sacude y se ilumina.